lunes, julio 14

He visto un gato


Esta noche fue singular...

Observaba, como ya es costumbre,
la ciudad irse a dormir bajo mis pies.
Los niños pegaban los últimos alaridos de la tarde,
Las luces se encendían impasibles ante el atardecer,
clamando restarle importancia al inimitable espectáculo
El aire estaba húmedo, con olor a tierra
y yo preparaba una cuchara, por si había que remar.

Grácil y veloz, una pequeña gata negra,
con un lazo rojo y un cascabel, saltó de un tejado a una cornisa,
como si eso de la gravedad no fuese con ella,
en cierto modo, parecía que eran los tejados, los que,
de forma inexplicable se movían hacia sus patas, contactando suavemente,
dejando sólo un leve sonido, casi imperceptible,
de no ser, claro, por el cascabel.

Creo recordar que me miró y desapareció,
en el momento álgido de su aparición,
en el clímax, dirían algunos mas duchos en este tipo de narración,
como si de una gran estrella del espectáculo se tratase.

Como buen conocedor de los tejados de mi vecindad,
salté y trepé no pocos muros y cornisas con reconocible facilidad,
cuando llegué, ni rastro de ella,
sonriendo, exclamé, te encontré!

De lo anteriormente acontecido,
deténganse los mas escépticos a dilucidar que es real y que no,
al resto, entre tanto, os muestro mi nuevo lugar,
del que ya cuelga mi caña en busca de algo más.